POEMARIO: ETERNA.
I.
ETERNA.
Amada y sentida mujer hallada,
presiento el devenir de un futuro
de plenitud y alegría dibujada,
tras esas expresivas pinceladas
que se miran con los ojos fijados
en las lineas del bello horizonte,
que nos lleva a la profundidad
de un existir lleno en los lienzos
del crono modelado por los tonos
de tu gran figura de colores eterna.
II.
NUESTRA HISTORIA INTERMINABLE.
Una historia que empieza con su fuente
y no se encuentra ningún final escrito,
pues lo haremos entre los dos juntos
imprimiendo los momentos vividos,
ésos que silenciamos para comprendernos
y aquéllos que causamos para conocernos.
Instantes donde has visto mi tristeza
y con cariño secado sus gotas caidas
hasta pintar mejillas de muchas sonrisas;
horas para ver lo hermoso que hay en ti
con el encanto de tus finuras y hechuras;
días que nos hemos entendido y aceptado
tal como somos sin querer cambiarnos.
Aconteceres de rito en magia sagrada:
la de estar a mi lado y me sigas amando
sin olvido de lo hermoso que poseemos;
así, con todo lo que damos y recibimos,
diciendo de ella que tuvo un comienzo
y el terminar aún no está concluido.
III.
ESA MUJER QUE BIEN MIRO.
Esa mujer que bien miro
complemento de mi yo
lejos está en el paraiso;
este hombre al que ves
fundido en tu rojo crisol,
cerca de tus ocres
amando de corazón está,
atraido por tu espejo
reflejando el Arco Iris
de tu alma que algún día
será única al unirse
plena de fulgor la mía,
para inmortal obtener
nuestro edén sin límite.
IV.
POR TENERTE MIA.
¡Qué daría yo por tenerte mía ...
más del último respiro de mi vida
aunque solo fuera por un soplo,
fíjate tú si fuera para siempre
ni un minuto te abandonaría,
cautivado en el nido que tu hicieras
sucediendo allí estaciones de años
sin parar en el esplendor de tu dulce!.
V.
EN PLACER DE TI.
En placer de ti es transcurrir
nuestra entrega de amor,
es mantener la esperanza
de que no serás recuerdo,
es permanecer en gracia
para llegar a lo eterno,
es tocar tu presencia
para alcanzar el cielo,
es gozar nuestros cuerpos
en los actos sin ocaso,
es pertenecernos de miel
en la morada del tiempo
y es enlazarnos a la cadena
constante de la adoración.
VI.
SOLO TU ...
Si otra mujer me donara calor,
solo tu estarás en mi mente
hasta el termino de mis días;
si otra mujer me diera su flor,
solo tu serás mi corazón
hasta su último débil latido;
si otra mujer se me entregara,
solo tu tendrías mi alma
hasta la puesta de su esencia.
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